Suena fácil dar las gracias por todo cuando las cosas van bien pero no lo es tanto cuando ciertos eventos hacen que todo descarrile.
Los problemas, desgracias, enfermedades, accidentes y cosas no yendo según lo planeado son inevitables. Pero podemos elegir la forma en la que nos sentimos y manejamos estos problemas, esta es la clave que marca la diferencia entre una persona de éxito y una que se deja inundar por emociones negativas.
El estoicismo nos da muchas herramientas para manejar nuestras emociones cuando se presentan situaciones problemáticas que no podemos controlar y a tomar el mando cuando tenemos el control.
La mayoría de las veces no tenemos ningún control sobre problemas gordos que nos ocurren pero lo que podemos elegir siempre es nuestra forma de reaccionar ante ellos.
Sé sabio cuando estés respondiendo a problemas que tengan el potencial de amargarte la vida, transforma los problemas en retos.
Demasiada incertidumbre nos estresa, pero demasiada estabilidad y certidumbre nos aburre. El balance entre certidumbre e incertidumbre para ser felices varía según la personalidad de cada persona.
Yo soy una persona a la que le gusta mucho llevar una vida rutinaria y predecible, pero cuando llevo mucho tiempo en modo rutina comienzo a sentir apatía y necesito algo o alguien que genere incertidumbre en mi vida. Mi forma favorita de añadir incertidumbre es juntándome con amigos más caóticos que yo y que me hagan salir de mis zonas de confort.
Uno de los capítulos de Ikigai trata sobre como equilibrar estos dos ingredientes para tener unos niveles de estrés sano adecuados.