9. UNA HORA EN EL MUNDO REAL CON UNA PERSONA VALE MÁS QUE UN AÑO DE CHATEAR

Cuando fui la última vez a España, de repente me di cuenta que tenía a toda la familia metida en WhatsApp. Incluso mi madre se sacaba el teléfono cada dos por tres para entrar a chatear con sus amigas. Es algo que me hizo pensar y reflexionar sobre la frialdad de la comunicación vía texto. Llevo chateando desde que tenía 12 años y me conecté por primera vez al IRC, más de dos tercios de mi vida comunicándome con otros seres vivos por escrito.

De niño me apasionaba la sensación de poderme comunicar con desconocidos de todo el mundo desde mi habitación. Ahora, cada vez aprecio más hablar con personas en el mundo real sin las distracciones de lo digital.

Quizás no conteste a todas tus preguntas vía email o chat, pero si me invitas a tomar un café será un placer conocerte.