3. SIMPLIFICA, ¡TONTO!

Todos caemos en trampas que terminan liándonos y conforme pasan los años los efectos de esas complicaciones se acumulan.

Simplifica tus relaciones sociales, reduce los objetos que posees quedándote con lo esencial, no llenes tu agenda de compromisos, simplifica la forma en la que viajas centrándote en disfrutar de un lugar en vez de intentar vez de visitar decenas puntos turísticos en dos días, no te comprometas con diez proyectos a la vez...

Una de las formas más sencillas de simplificar consiste en eliminar aquello que no te haga sentir bien.

Cada vez soy mejor eliminando, pero todavía tiendo a añadir complejidad innecesaria en muchos aspectos de mi vida por eso simplificar sigue siendo mi objetivo número uno en la lista de propósitos que escribo cada año.

Antes de añadir, elimina.

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El interior de casas tradicionales japonesas suele ser el epítome de la simplicidad.

 

Nan-in sirvió el té y cuando la taza del invitado se llenó siguió llenándola.

El invitado, al ver que el té se estaba saliendo de la taza dijo: “Ya está llena, ¡no cabe más té!”

– Como esta taza, –dijo Nan-in– estás lleno de tus propias opiniones y especulaciones sobre el mundo. ¿Cómo te puedo enseñar lo que es el Zen si no vacías primero tu taza?

 

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